Uno de los pilares para una buena salud es la alimentación. También es la base para un buen crecimiento de nuestros hijos. La alimentación y nutrición es algo a lo que le doy bastante importancia. Que mis hijos no quieran verduras no es opción para mí.
Cuando educamos a nuestros hijos, creo que un punto importante es enseñarles a cuidar su cuerpo y darle lo que necesita en vez de darle lo que pide la cabeza. ¡Menuda tarea me he propuesto! No sé si alcanzaré el objetivo de hacer crecer a estos hijos con una relación sana con la comida, lo que sí sé es que llevo bastante bien lo de hacerles comer con ganas alimentos como las verduras y las frutas. ¡Incluso de las que hasta algunos adultos arrugan la nariz!
Es un tema que causa suspiros en muchas madres, además de la reacción «menuda suerte tienes!». Puede que sí tenga suerte de tener unos hijos que les gusta comer y que a veces se convierten en pequeños glotones, pero la verdura es algo «enseñado» de casa. No son distintos a otros niños.
Dando vueltas al tema, me he puesto a pensar qué es lo que me ha ayudado a tener unos hijos que no tienen miedo a las verduras y he dado con, nada más y nada menos que, 20 consejos!!!! 20 razones, tips y estratégias que me han hecho reina de las comidas sin oponentes! Y ahora que me he auto nombrado de la realeza, te dejo aquí el armamento para conseguirlo tú también.
¿Cómo consigo que mis hijos coman verduras?
Toma nota o guarda esta entrada en Pinterest, que aquí viene un tanto de información importante.
#1 No tengo miedo
Creo que es uno de los puntos principales en el problema de relación niño/vegetal. La mentalidad de los padres. Si vamos con la imagen en mente de que a los hijos no les tiene que gustar las verduras, que solo les gusta un tipo de fruta y que es siempre una batalla, sería raro encontrarse con lo contrario.
#2 Me importa la nutrición
Veo la alimentación, principalmente, como acto para nutrir el cuerpo y garantizar su funcionamiento y crecimiento ideal, no para complacer el paladar (aunque soy de buen comer, no nos engañemos!). Claro que me gustaría darles unas galletas con chocolate pero eso no les aporta nada a su cuerpo. Cuando preparo la comida miro sobretodo lo que contiene a parte de como sabe. Primero analizo qué me interesa que coman, luego cómo hacerlo apetecible. Tener esta relación en mente me ayuda a aguantar posibles batallas.
#3 Me mantengo firme en mis decisiones
La que decide la alimentación de los niños, en su mayoría, soy yo. No cedo a peticiones de galletas ni ultraprocesados, ni tampoco a menús especiales. En el 95% de los casos se llevan un «No» siempre explicando el porqué no debemos comer esas cosas.
#4 Todos comemos lo mismo
No hago 6 menús distintos para tener contento cada paladar. Hago la comida que toca y es lo que hay. Eso vale para adultos y niños. No se aceptan reclamaciones 😉
#5 Damos ejemplo
Cuando servimos comida que quizás no sea nuestra favorita, no arrugamos la nariz o la despreciamos. También tengo alimentos que no me gustan tanto, pero los como igualmente para mostrarles de que hay que comer de todo por mucho que cueste.
#6 El azúcar es algo muy esporádico.
No es algo que tomen a diario. Los cereales, las barritas, bollos, galletas, batidos de chocolate, zumos de frutas y yogures azucarados no forman parte de nuestra dieta. El único azúcar que toman los niños es el ya presente en productos naturales como la fruta o la miel. Los ultraprocesados y azúcares son para aniversarios, días especiales, caprichos esporádicos o premios. Eso lo descarta como alternativa a esa fruta que no quieren comer – aunque lo intenten miles de veces ese NO sigue siendo la respuesta – pero también han dejado de preguntar tanto.
#7 Compro mucha fruta y verdura
Y cuando digo mucha me refiero a mucha. Compro todos los productos vegetales en grandes cantidades y variedades. Para darte un ejemplo; en casa comemos al menos 12Kg de manzanas a la semana.
Sobretodo intento que sean frutas y verduras de temporada y que sean producto nacional. Los ultraprocesados no entran en casa. Lo que no hay no se puede dar como alternativa.
#8 Busco caprichos sanos
Adoro a mis hijos y yo también quiero darles un capricho de vez en cuando. Pero ¿quién dice que no hay caprichos saludables? Frutas exóticas o de mal preparar como el coco no son habituales en casa. Las frambuesas o arándanos son caros y no abuso de ellos. Eso son golosinas que les emocionan cuando las reciben del mismo modo que unas galletas de chocolate 😉
#9 No doy alternativas
Y si las doy serán más de lo mismo. Basando la alimentación en las verduras y frutas significa que en las 5 comidas que hacen habrá algo vegetal. Toman fruta en el desayuno, en la escuela, para merendar y de postre en las comidas principales. La verdura es la base en el almuerzo y la cena. Y no doy opciones para escaquearse. Si no les gusta pueden pasar hambre y esperar a la siguiente comida.
#10 Pueden decidir pasar hambre.
A veces, por cansancio o falta de ganas de pelear, puede que les permita no comer. Por una comida no pasa nada. Eso sí, si se trata de almuerzo o cena no hay postres. Y puede que…
#11 Les vuelvo a servir la misma comida
Si veo que se trata simplemente de una pataleta o encontrar límites, a veces soy muy mala madre y les sirvo esa misma comida de nuevo para merendar. A la próxima se lo piensan dos veces antes de dejar la verdura.
#12 Comer aunque sea solo un poquito.
No les obligo a acabarse un plato entero de berenjenas, pero sí quiero que le den una oportunidad cada vez que se sirve. Un, dos o tres bocaditos hay que darle para apreciar el sabor 😉
#13 Repetir, repetir y repetir.
¿No les gusta una verdura en concreto? Les acostumbro a ella comiendo aunque sea un poquito. Al mayor por textura no le gustaba la berenjena. A base de repetir recetas con berenjena se ha acostumbrado a su textura y sabor y ahora la come mucho mejor. ¡Incluso a veces llega a gustarle! (solo a veces)
#14 Pequeñito es más aguantable.
A veces para evitar que mis hijos seleccionen ciertas verduras que quizás no les gustan tanto, corto la verdura tan pequeña que no les merece la pena gastar el tiempo de retirarla.
#15 Camuflado…
… En lo que sí les gusta. Arroz a la cubana! que plato! en vez de hacerlo con tomate frito, les pongo un buen pisto que lleva más verdura ;-). Hago la pizza encima de un calabacín en vez de base de pizza…
#16 A veces ayudo con un mal menor.
Cuando comemos judías verdes, por ejemplo, las trato como unas patatas fritas. Antes les dejaba acompañar con ketchup (llevamos como 2 año y medio sin comprar), ahora lo hacemos con mayonesa casera. Y hemos llegado al punto en que los días que no hay mayonesa se las comen igual de contentos.
#17 El orden sí importa en el resultado.
Con eso me refiero a que, por ejemplo para merendar, primero les doy la pieza de fruta y luego les doy ese «algo más» (bocadillo o lo que sea) que viene a continuación. La fruta es obligatoria al principio, pero al poco tiempo se convierte en rutina.
#18 Comer juntos.
Este punto quizás no sea posible para muchos ni para todas las casas, pero encuentra el tiempo de hacer al menos una. Yo le doy mucha importancia a comer en familia. Tomamos las 3 comidas juntos y sentados en la mesa. Desayuno, almuerzo y cena. Mientras comemos hablamos e interactuamos. Nuestros hijos ven que las verduras las comemos con normalidad, relacionan la comida con algo positivo – pasar tiempo juntos y explicando sus experiencias- y a veces ni se dan cuenta de que en realidad están comiendo eso que no les gusta tanto.
#19 Cocinar juntos
Cocinar ellos mismos sus comidas de vez en cuando les despierta el interés por eso que tienen en el plato. Además les muestra el esfuerzo que supone preparar algo sabroso. ¡En casa pelar patatas y zanahorias o cortar judías verdes frescas es una tarea muy solicitada! Ahora incluso cocinan su desayuno ellos mismos.
#20 Cultivar sus verduras
Puede que sea una tomatera en una maceta o unas especies que utilicéis a menudo. Hacerles ver de donde sale y el esfuerzo que supone hacer crecer ese vegetal es de nuevo una buena enseñanza. Además, cuando realmente llega el momento de la cosecha y pueden comer su propio cultivo no les viene en mente que eso en realidad no les gusta, el orgullo de haber hecho algo propio lo sobrepasa.
Conclusión
Aunque en su mayoría las personas de mi alrededor creen que nuestros hijos han nacido con esa atracción por las verduras y que nunca se han opuesto, creo que al leer los 20 puntos de arriba se entiende que también hay un poquito de actitud y esfuerzo detrás de ello. Nada, solo un poquito. (Lo siento, necesitaba tirarme esas flores!).
También tengo mis batallitas a la hora de comer, las mismas que puede tener cualquier otra madre, pero voy con armas cargadas de estas estrategias para escoger la que más se ajuste a la situación.
Creo que es fácil perder de vista que está en juego mucho mas que solo ese plato de verduras. Está claro que no van a morir de hambre si no comen sus vegetales, pero sí afectará al buen funcionamiento de su organismo. «Somos lo que comemos» no es una frase hecha a la ligera. Tampoco lo es el hecho de que la infancia pone la base de nuestros hábitos de adulto.
Tenemos la posibilidad de escoger qué comer y quiero escoger aquello que es bueno para mi cuerpo y el de mis hijos. Les quiero proporcionar una salud y crecimiento que les permita tomar la vida con energía y alegría. En mí opinión, eso empieza con su alimentación.
Espero que te lleves algún que otro truco para mejorar la relación con las verduras de tu hij@. Sobretodo, si sabes algo más comparte en los comentarios 😉
Saludos!
Hola! Soy Jenny
Soy madre de 4 niños, un perro y un periquito.
Me encanta aprender sobre finanzas, minimalismo, organización y un estilo de vida tranquilo y clásico. Intento llevar una vida similar a la de antes, donde todo era lento y el amor por la vida estaba en los detalles.
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1 comentario en «20 consejos para que tus hijos coman verduras»